La Virgen Divina Pastora es una advocación mariana que tiene sus raíces en España hacia el Siglo XVIII con la primera Hermandad de la Santa Marina de Sevilla.
Gracias a los Frailes Capuchinos esta devoción mariana se extendió hacia tierras latinoamericanas, empezando en Caracas hasta el Pueblo de Santa Rosa en Lara, Venezuela.
Su peregrinación está considerada como la tercera más grande del mundo, luego de la Virgen de Guadalupe en México y la Virgen de Lourdes en Francia.
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Una historia de origen sevillano
Empecemos por sus orígenes. Cuenta la leyenda que, en el año 1703, el Capuchino Fray Isidoro de Sevilla encontrándose en el claustro de su convento, soñó – o se imaginó – a la Virgen vestida de Pastora, quien le pidió predicar su devoción bajo el título de “Divina Pastora de las Almas”.
Luego de estudiar el fenómeno, el fraile encargó al pintor Alonso Miguel de Tovar un lienzo con la imagen de la “Divina Pastora” tal y como la había visto, la describió de la siguiente manera:
“En el centro y bajo la sombra de un árbol, la Virgen Santísima sedente en una peña, irradiando de su rostro divino amor y ternura. La túnica roja, pero cubierto el busto hasta las rodillas de blanco pellico, ceñido a la cintura.
Un manto azul, terciado al hombro izquierdo, envolverá el contorno de su cuerpo, y hacia el derecho, en las espaldas, llevará el sombrero pastoril, y junto a la diestra aparecerá el báculo de su poderío.
En la mano izquierda sostendrá unas rosas y posará la mano derecha sobre un cordero que se acoge hacia su regazo. Algunas ovejas rodearán a la Virgen, formando su rebaño, y todas en sus boquitas llevarán sendas rosas, simbólicas del avemaría con que la veneran.
En lontananza se verá una oveja extraviada y perseguida por el lobo –el enemigo emergente de una cueva con afán de devorarla, pero pronuncia el avemaría, expresado por un rótulo en su boca, demandando auxilio; y aparecerá el arcángel San Miguel, bajando del Cielo, con el escudo protector y la flecha, que ha de hundir en el testuz del lobo maldito”
El fraile Isidoro entonces empezó a predicar la doctrina de “La Pastora”, mientras el pueblo sevillano la acogió positivamente y así surgió la primera «Hermandad de la Santa Marina de Sevilla».
La advocación de la Divina Pastora se fue desarrollando, dando origen a muchas otras hermandades, tales como la Hermandad de la Divina Pastora de Triana y la Divina Pastora de Málaga, esta última ubicada en la Congregación de la Divina Pastora de las Almas, fundada por el beato fray Diego José de Cádiz. en 1771.
El lienzo posteriormente se convirtió en una talla real a cargo del escultor Francisco Antonio Gijón, quien le dio una forma anatómica natural y, con la ayuda de las Monjas del Convento de la Encarnación, la vistieron con traje sencillo, pero muy fino.
En el año 1705 celebraron la procesión de la imagen de la Divina Pastora de las Almas en España y es así como nace la gran devoción mariana por la Virgen Divina Pastora.
Virgen Divina Pastora en Venezuela
La devoción por la Divina Pastora comienza a extenderse por Latinoamérica hacia el año 1706, con la llegada de los capuchinos a Caracas, Venezuela.
En el año 1740, el Vicario parroquial de la Iglesia Inmaculada Concepción en Barquisimeto, que había conocido en Caracas la Advocación de la Divina Pastora, decide incorporar esta imagen en su iglesia, encargando a España una escultura de la imagen de la “Virgen Divina Pastora”.
En el documento donde el párroco hacía la petición, también estaba la solicitud del padre de la Iglesia Inmaculada Concepción de la misma localidad, quien había pedido al mismo escultor una talla de la Inmaculada Concepción. Por error las encomiendas fueron distribuidas equivocadamente.
Cuando el Padre de Santa Rosa recibió la talla encargada, se dio cuenta de la equivocación y ordenó que llevaran la imagen de la Divina Pastora a la Parroquia Inmaculada Concepción, pero la caja se puso tan pesada, como en la leyenda de la Virgen de Monserrat, que se interpretó como una señal de que debía permanecer en este lugar, y la imagen se quedó hasta nuestros días en la los altares de la Iglesia de Santa Rosa.
La advocación de la Divina Pastora cobro mucha más fuerza hacia 1812, luego del devastador terremoto de Venezuela del 26 de marzo, en el cual murieron millones de personas y muchas ciudades quedaron prácticamente en ruinas. El Pueblo de Santa Rosa sufrió como tantos otros, de hecho, el templo de Santa Rosa se derrumbó por completo, exceptuando el lugar donde se encontraba la Divina Pastora. Éste quedó intacto y hoy en día se puede visitar en el Museo de Santa Rosa.
El Milagro de la Epidemia de Cólera
Hacia el año 1855 Venezuela estaba siendo azotada por una gran epidemia de Cólera, que no tardó en llegar a Barquisimeto, ciudad muy cercana del pueblo de Santa Rosa.
El Padre José Macario Yépez, que ejercía una magnífica labor eclesiástica en la localidad, y además se había ganado el respeto de todos los estratos sociales y políticos de la época, agobiado por la situación de la epidemia, decidió enfrentarla.
Organizó sendas procesiones que incluían la unión de la Divina Pastora desde la Iglesia Santa Rosa y la imagen del Nazareno desde la Iglesia Concepción, hasta Tierritas Blancas, un lugar donde el mismo padre había clavado una Cruz Salvadora para, junto a los fieles peregrinos, rogar a Dios por el cese de la epidemia.
La procesión culminó ante la Cruz Salvadora, seguidamente la imagen de la Divina Pastora fue llevada a la Iglesia Concepción, donde el Padre Yépez ofreció un discurso para cerrar el peregrinaje.
En medio del discurso el Padre cayó de rodillas ante la imagen de la Divina Pastora y con los brazos en cruz, ofreció su vida como sacrificio, con el único fin de que acabara la epidemia. Dijo textualmente:
«Virgen Santísima, Divina Pastora, en aras de la Justicia Divina, por el bien y salvación de este pueblo te ofrezco mi vida. Madre mía, Divina Pastora, por los dolores que experimentó tu divino corazón, cuando recibiste en tus brazos a tu Santísimo Hijo en la bajada de la Cruz, te suplico Madre Mía, que salves a este pueblo, ¡Que sea yo la última víctima del cólera!”
Y es así como el 16 de junio de 1856, el Padre José Macario Yépez fallece y se convierte en la última víctima de cólera en Venezuela, gracias al milagro de la Divina Pastora.
Desde entonces cada 14 de enero, Santa Rosa y Barquisimeto se visten de fiesta para la Procesión de la Divina Pastora, en la que fieles devotos llevan cargada a la Divina Pastora, desde la Iglesia de Santa Rosa, hasta la Catedral de Barquisimeto. Luego de allí emprende un viaje para visitar 52 parroquias de esta ciudad, dos iglesias filiales y tres vicarias, regresando a la Iglesia de Santa Rosa justo para el Sábado de Concilio.
Un total de 7,5 kilómetros de recorridos, la Virgen va acompañada por feligreses y devotos en signo de agradecimiento por favores concedidos, que pueden estar relacionados con un simple acompañamiento espiritual, hasta con la sanación de cualquier enfermedad.
Un amor que trasciende fronteras
Debido al éxodo masivo de venezolanos por el mundo, como consecuencia de la dictadura que comenzó el difunto Hugo Chávez Frías, esta advocación mariana ha transcendido las fronteras y, en cualquier parte del mundo, pueden existir desde pequeños grupos de venezolanos hasta congregaciones de devotos que la celebran organizadamente allí donde estén.
Un ejemplo de ello es la procesión de la Divina Pastora que celebra la Hermandad de la Divina Pastora de Barquisimeto, que reside en el Convento de Los Capuchinos de Sevilla.
Desde el año 2013, organizan y celebran la Procesión de la Virgen Divina Pastora de Barquisimeto en la ciudad de Sevilla, con la finalidad de transmitir a todos los feligreses venezolanos, residentes en Sevilla, el amor y la fe de la Divina Pastora de Santa Rosa en Venezuela.
¿Conocías el origen de esta Advocación de la Virgen María?