El 6 de Julio de 1973, primer viernes de mes, a las 3 de la mañana, su ángel de La Guarda se le aparece y le dice:
No temas, yo soy el que está a tu lado y te guarda. Ven y sígueme. No reces solamente por tus pecados, sino en reparación por los pecados de la Humanidad. El mundo actual hiere al Sacratísimo Corazón de Jesús con sus ultrajes e ingratitudes. La herida de la mano de la Santísima Virgen es mucho más profunda que la tuya. Ahora vamos a la capilla.
Al Llegar a la capilla el Ángel desaparece y sor Inés se arrodilla delante del altar, frente al Sagrario, en adoración profunda. Luego se acerca a la imagen de la Virgen para mirar la herida de la mano, y escucha una voz que le dice:
Hija mía, mi novicia, tú me has obedecido bien abandonándolo todo para seguirme. ¿Es penosa la enfermedad de tus oídos? Puedes estar segura de que se curarán. Ten paciencia. ¿Te duele la herida de la mano? Reza en reparación por los pecados de la Humanidad. ¿Rezas bien la oración de las Siervas de la Eucarista?
Y entonces rezan juntas la oración de las Siervas de La Eucaristía.
Se mismo día 6 de Julio, la herida en forma de cruz que aparece en la mano de la estatua de La Virgen comienza a sangrar y así durante algunos días.
El Viernes 27 de julio, el Ángel le dijo:
Tus males terminarán hoy. Guarda con mucho celo el recuerdo de la sangre de María y grábalo en tu corazón. La Herida de María tiene un significado muy importante: Ha sido hecha para obtener vuestra conversión, para implorar la Paz, para reparar las ingratitudes, ofensas, ultrajes e injurias que Dios recibe. Tengan en gran estima la devoción a la preciosísima sangre de Cristo.
Segundo Mensaje: 3 de Agosto de 1973
Hija mía, mi novicia, ¿amas al Señor?. Si tú amas al Señor escucha lo que voy a decirte: Es muy importante, lo comunicarás a tu Superior.
Muchos hombres en el mundo afligen al Señor. Deseo Almas para consolarle, para suavizar la cólera del Padre Celestial. Deseo, con mi hijo, almas que reparen con sus sufrimientos y su pobreza, por los pecadores y los ingratos.
Para que el mundo se dé cuenta de su ira, el Padre Celestial se dispone a mandar un Gran Castigo a toda la Humanidad. Muchas veces he intervenido con mi Hijo para apaciguar la ira del Padre. He impedido que vinieran calamidades, ofreciéndole los sufrimientos del Hijo en la Cruz, Su Preciosa Sangre, las almas predilectas que le consuelan y constituyen la cohorte de las almas víctimas.
Oración, Penitencia y Sacrificios animosos pueden suavizar la Ira del Padre. Lo deseo también de tu Comunidad, que amen la pobreza, que se santifiquen, y recen en reparación de la ingratitud y los ultrajes de tantos hombres.
Rezad la oración de las Siervas de la Eucaristía meditando su significado, ponedla en práctica. Ofrecedla en reparación de los pecados. Que cada uno se esfuerce según su capacidad y oficio, ofreciéndose enteramente al Señor.
Después de un silencio siguió:
Mi novicia: ¿deseas pertenecer enteramente al Señor? Hacer tus votos sabiendo que debes ser adherida a la Cruz con tres clavos? Estos clavos son: pobreza, castidad y obediencia. De los tres, la obediencia es el fundamento. En total abandono, déjate guiar por tu superior. Él sabrá cómo entenderte y dirigirte.
Tercer Mensaje: 13 de Octubre de 1973. El Castigo
Mi querida Hija, escucha lo que te voy a decir: Informarás de Ello a tu superior: Si los hombres no se arrepienten y no mejoran, el Padre mandará un terrible castigo a toda la Humanidad. Será un castigo más grave del diluvio, como jamás ha habido otro, caerá fuego del cielo y aniquilará una gran parte de la humanidad, tanto malos como buenos, no perdonando ni a fieles ni a sacerdotes. Los sobrevivientes se encontrarán tan desolados que envidiarán a los muertos. Las únicas armas que quedarán entonces son El Rosario y el Signo dejado por Mi Hijo. Con el Rosario, Rogad por el Papa, los obispos y los sacerdotes.
La acción del diablo se infiltrará hasta la Iglesia, de tal forma que se verán cardenales oponiéndose a otros cardenales, obispos contra obispos. Los sacerdotes que me veneren serán despreciados y combatidos por otros sacerdotes. Las iglesias y los altares serán saqueados. El demonio atacará sobre todo a las almas consagradas a Dios.
El pensamiento de la pérdida de tantas almas es la causa de mi tristeza. Si los pecados aumentan en número y gravedad, ya no habrá perdón para Ellos.
Recen mucho las oraciones del Rosario…Aquellos que ponen su confianza en mí serán salvos.