Episodio trágico como antesala a la aparición
En años anteriores a la aparición de Nuestra Señora del Espino Chauchina, un hijo de Rosario fue asesinado en un bar de Arenas del Rey, pueblo a unos 50 km de Chauchina, donde Rosario y sus hijos trabajaban de porteros en una finca.
El asesino, huyendo de la justicia, pidió refugio a Rosario en su propia casa. Le contó que lo estaban persiguiendo y que huye porque en una pelea ha matado a un hombre. Rosario le ayuda a esconderse, pero al poco tiempo llega uno de sus hijos contando que habían asesinado a su hermano. Rosario en vez de denunciar al malhechor, lo perdona, le da de comer y le insta a que se vaya.
La noble mujer rogó a Dios que no la llamasen a testificar en contra del asesino, solicitud que fue aceptada, puesto que el hombre murió mostrando signos de arrepentimiento ocho días antes de que se celebrara el juicio en su contra.
Una enfermedad le acerca a la Virgen del Pincho
Al cabo de unos años del fatídico suceso, Rosario regresó a su ciudad natal para vivir con uno de sus hijos, su nuera y los nietos, ayudándoles en los quehaceres diarios. Desafortunadamente, Rosario padecía de una enfermedad que le ocasionaban unas llagas purulentas en una de sus piernas, y producían un “mal Olor” que hacía que las personas con las que se topaba, huyeran tras su paso. Esto obligó al dueño de la casa donde vivían a amenazar con echarlos de su propiedad.
El 9 de abril de 1906, Rosario abrumada por sus pesares camina hacia las afueras de Chauchina sosteniéndose con la ayuda de una silla, para sanar sus pestilentes llagas. Una vez cerca de un árbol de espino, ve caminando hacia ella a una Dama elegante, de piel morena, con vestido de negro, semejante a la Virgen de los Dolores.
La “bella señora, de ojos hermosísimos y cara llena de Gracia” se acercó entonces a Rosario y le preguntó qué le sucedía. Ella le contó lo de sus llagas, entonces la hermosa Dama le invitó a ir al cementerio para curarla. Además, le dijo que soltara la silla que usaba de apoyo. Rosario aceptó y una vez en la puerta del cementerio, la dama enlutada le propuso juntas el rosario, y agregó:
“Oremos por los desgraciados del Mundo que no conocen la justicia de Dios”.
Tras la oración, la señora quiso verle la pierna a Rosario, quien se opuso y la Virgen del Espino le insistió diciendo:
“Más llagas tienes en el corazón, hija mía”.
Rosario contó que la Virgen le había tocado las heridas, luego ella se quedó dormida como en estado de éxtasis y cuando despertó su pierna estaba totalmente curada. Empezó a buscar a la Dama, para agradecer su curación, pero Ella ya había desaparecido sin dejar rastros.
A partir de este momento, Rosario dedicó toda su vida a rezar.
Después de la muerte de Rosario en el lugar se fundó la Casa de Oración y Penitencia, y se estableció el Monasterio de Religiosas Franciscanas adorando al Santísimo Sacramento como había previamente manifestado la Santísima Virgen del Espino.