VIRGEN DE LAS LÁGRIMAS

El 29 de Agosto de 1953 octava del Corazón Inmaculado, de mañana, acostada, sintió resbalar una lágrima sobre su rostro, y al mismo tiempo se encontró curada. Pero no era una lágrima suya, era una lágrima de La Virgen.

“Con gran estupor me di cuenta que los ojos de la imagen de La Virgen vertían lágrimas. Llamé a mi cuñada Grazia y a mi tía Antonia, indicándoles lo que estaba ocurriendo. Ellas al principio creyeron que se trataba de la alucinación debido a la enfermedad, pero como yo insistía, se acercaron al cuadro y también pudieron constatar el fenómeno”.

Según la abuela de Angelo, Antonia se atemorizó, pero su cuñada Grazia le decía:

“No debes tener miedo, La Maddona te protegerá”.

Continúa el testimonio de Angelo.

“Poco después, llevado por la curiosidad de comprobar si verdaderamente existían las lágrimas yo solo me introduje en la habitación, encendí la luz, me acerqué al cuadro y, con gran sorpresa, noté también que las lágrimas surcaban las mejillas, otras estaban ya bajo la barbilla, algunas habían caído en la mano que está sobre el corazón, otras en el respaldo del lecho, y otras, continuaban saliendo de los ojos. Conmovido ante este prodigio, me arrodillé”.

La Virgen llora a intervalos. La noticia se va extendiendo rápidamente. Primero son los vecinos los que lo comprueban, luego una creciente muchedumbre pugna por entrar. Tienen que acudir los Guardias “a poner orden”, y también quedan maravillados ante el prodigio.

No es suficiente que Antonia sacase la imagen a la ventana que da a la calle. Es necesario colocarla en la fachada de la casa y se organizan largas filas que van pasando para verla.

Muchas personas fueron testigos del prodigio, ven formarse lágrimas en los ojos de La Virgen y luego caer por el rostro. Con algodones y pañuelos se van recogiendo, se tocan con los dedos y se advierte que tienen sabor salado, como toda lágrima. El impacto en la gente es “mayúsculo”. Fueron muchos los testimonios de casos de “conversión” que se dieron a raíz de este suceso.