Aunque considerada por muchos la primera apariciones de la virgen en españa de la historia, en realidad no se trata de una “aparición” como las de Fátima, o Lourdes, pues cuando viene a Zaragoza todavía no ha sido glorificada. Todo acontece antes de su Asunción al Cielo. Cuando vino a Zaragoza vivía aún en Tierra Santa.
Por lo tanto podríamos decir que se trata de una “bilocación”, una “visita extraordinaria”. La bilocación es la presencia simultánea de una misma persona en dos lugares diferentes, fenómeno que se ha dado en la vida de numerosos santos (Martín de Porres, Padre Pío de Pietrelcina, Madre Esperanza…)
Aún no se habían cumplido diez años de la Resurrección del Señor, cuando el Apóstol Santiago el Mayor, hermano de San Juan e hijo de Zebedeo, uno de los discípulos predilectos de Cristo, cruzando el Mar Mediterráneo desembarca en Hispania (actuales España y Portugal) para predicar el Evangelio. “Pasando por Asturias, llegó con sus nuevos discípulos a través de Galicia y de Castilla hasta Aragón, el territorio que se llamaba Celtiberia, donde está situada la ciudad de Zaragoza, en las riberas de Ebro”.
Pero su predicación apenas lograba frutos de conversión. Y, desalentado por la dureza de aquellos rudos corazones, estaba pensando en regresar de nuevo a Jerusalén.
Entonces, en la noche del 2 de Enero del año 40, encontrándose Santiago con siete discípulos (los primeros conversos) orando a orillas del río Ebro, en Cesaraugusta ( la actual Zaragoza), oyó voces de ángeles que cantaban Ave, María, gratia plena, y vio aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie, sobre un pilar de mármol.
La Virgen María, que aún vivía en carne mortal, venía a animar a su hijo Santiago y decirle que siguiera predicando, a pesar de la resistencia y oposición que encontraba:
“He aquí, Santiago, el lugar donde edificarás un templo en mi memoria. Mira bien este Pilar en el que estoy, al que mi Hijo y Maestro tuyo trajo de lo Alto por manos de los ángeles. Alrededor de él harás el Altar de la Capilla, en este Lugar obrará La Virtud del Altísimo Portentos y Maravillas por medio de mi intercesión, con aquellos que, en sus necesidades imploren mi patrocinio. Este Pilar permanecerá en este sitio hasta el Fin del Mundo, y nunca faltarán en esta ciudad verdaderos cristianos.”
Desapareció la Virgen y quedó allí el Pilar. El Apóstol Santiago, confortado por esta presencia de María, comenzó inmediatamente a edificar con la ayuda de los siete testigos del prodigio, una capilla en aquel sitio. Es la primera Iglesia dedicada a la Madre de Dios, que a lo largo de los siglos ha llegado a convertirse en la monumental Basílica de Nuestra Señora del Pilar, donde se custodia su imagen, en madera, de 39 cm de altura, descansando sobre el Pilar o Columna de jaspe sobre la cual se apareció La Virgen.
Construida la pequeña capilla, el apóstol Santiago regresó a Jerusalén, donde Herodes Agripas lo mandó ejecutar alrededor de año 44, siendo así el primer apóstol mártir. Sus discípulos tomaron su cuerpo y llevaron a la virgen del Pilar a España enterrándolo en el lugar donde actualmente se levanta la Basílica Compostelana, tercer foco de peregrinación mundial, tras el sepulcro vacío de Jesús en Jerusalén y la tumba de San Pedro en Roma.
Cuenta la leyenda que sobre el año 813, una lluvia de estrellas empezó a caer sobre un punto determinado, lo cual un anacoreta llamado Pelayo lo interpretó como un mensaje divino y empezó a buscar. El hallazgo llegó al encontrar un sepulcro. Dio cuenta al obispo Teodomiro y le dijo que se encontraba en un lugar que él llamaba “Campo de estrellas”. El Obispo viajó hasta allí y tras un ayuno de tres días descubrió unas tumbas y sin dudar, certificó que eran las que contenían los restos del Apóstol Santiago y de los discípulos Teodoro y Anastasio que le acompañaron desde Palestina.
El Papa Leon XIII, en 1884, en forma de Bula Papal confirmó la pertenencia de los restos al Apóstol Santiago.
La tradición pilarista está íntimamente vinculada con la tradición jacobea (del Santuario de Santiago de Compostela). Por ello, Zaragoza y Santiago de Compostela, El Pilar y la tumba del Apóstol, han constituido dos ejes fundamentales, en torno a los cuales ha girado durante siglos la espiritualidad de la patria española.
Y precisamente, el día de la fiesta de La Virgen del Pilar, el 12 de Octubre de 1492, Cristóbal Colon descubrió América. España llevaba la evangelización, la fe apostólica, la fe mariana, a tierras americanas.