La tradición ubica la aparición de la Virgen entre el 1 y 2 de agosto de 1218. Posteriormente en el año 1696, el Papa Inocencio XII declaró el 24 de septiembre día de celebración de su fiesta.
Ante el sufrimiento provocado por las incursiones musulmanas y la esclavitud de cristianos, Pedro Nolasco vendió todo su patrimonio y organizó un grupo dedicado a realizar expediciones para negociar la liberación de los cautivos.
Cuando se les acabó el dinero, entonces pidieron limosna. Sin embargo, las ayudas también se terminaron. Entonces, Pedro rogó a Dios por ayuda divina. La Virgen se le apareció en sueños y le animó a seguir su misión:
“Es voluntad de Dios que se funde una congregación en honor mío para la redención de los cautivos.”
Aquel mensaje marcó el nacimiento de una devoción mariana ligada al amor, la redención y la fe. La Virgen de la Mercè es considerada la Señora de las Mercedes, protectora de los prisioneros, y desde entonces, patrona de Barcelona.
La Orden de la Merced: Redentores de cautivos
La Orden de la Merced fue fundada oficialmente el 10 de agosto de 1218 en la Catedral de Barcelona, con el beneplácito del Papa Gregorio IX. San Pedro Nolasco fue su primer Superior General, guiado por el consejo de Raimundo de Peñafort y el respaldo del rey Jaime I.
Los frailes mercedarios pronunciaban cuatro votos: pobreza, castidad, obediencia y un cuarto muy singular: estar dispuestos a entregarse como rehenes por los cautivos en peligro de perder su fe.
Durante los siglos XIII al XVII, los mercedarios participaron en las cruzadas de la Península Ibérica y se expandieron hacia América. Junto a franciscanos y dominicos, fueron de las órdenes que más impulsaron la evangelización de América, construyendo conventos en Guatemala, Nicaragua, Chile y Perú.
Hoy en día, la Orden Religiosa de la Merced sigue activa con presencia internacional, integrada por alrededor de 900 religiosos.