La vidente ya había recibido mensajes de La Virgen anticipándole “pistas” que le permitieron ubicar el lugar donde se iban a producir las “Apariciones”.
Ella reconoce el sitio, el 29 de Marzo de 1974, gracias a las señales que La Virgen le había ido dando. La confirmación simbólica de que aquél era el lugar elegido por Nuestra Señora para manifestarse fue la aparición de una mariposa azul.
La primera “Aparición mariana” tuvo lugar el año 1976.
En aquella ocasión solo la vio María Esperanza, aunque otras personas, aproximadamente unas ochenta, presentes ese día, advirtieron como una nube brotaba del monte, y también otros fenómenos luminosos como la “danza del sol”.
Durante ese mismo año, la vidente volvió a ver a La Virgen en alguna otra ocasión y algunas personas declaran haber percibido olor a rosas y otros extraños fenómenos como cantos provenientes de una “coral invisible”.
A raíz de esta primera aparición de La Virgen de Betania, se fue formando en Finca Betania un movimiento de piedad y formación religiosa.
En pequeños grupos acudían allí, sobre todo los fines de semana y las fiestas marianas para hacer oración y reflexionar.
El entonces obispo de la diócesis Mn Juan José Bernal permitió que se celebrasen allí algunos actos litúrgicos. Él mismo administró allí algunos sacramentos, sobre todo a algunos campesinos provenientes de los caseríos de la vecindad. Durante este período no se realizó ninguna investigación eclesiástica formal.
Esta actividad, que en principio estuvo restringida a un número pequeño de participantes, cambió en el año 1984.
El 25 de Marzo de 1984 se reunieron en Finca Betania aproximadamente unas 150 personas, que habían acudido invitados para celebrar una misa al aire libre, al mediodía.
Una vez celebrado el acto litúrgico, los asistentes se fueron distribuyendo por diferentes zonas para tomar un aperitivo y descansar. A la vez, algunos jóvenes y niños jugaban distraídamente en una explanada cerca de la cascada.
De repente vieron aparecer al lado de La Cascada a La Santísima Virgen y corrieron a comunicárselo al resto del grupo, que se encontraba a unos 150 metros.
Se apresuraron todos al lugar donde decían los jóvenes haber visto a La Virgen y estaban comentando lo sucedido cuando de nuevo volvió a presentarse Nuestra Señora.
Durante aquella tarde hubo siete apariciones, que duraron entre 5 y 10 minutos, menos la última, ya al atardecer, que duró aproximadamente media hora.
Este suceso se expandió entre familiares y amigos de los presentes.
A partir de entonces se produjo un flujo de visitantes a aquel lugar, sobre todo los fines de semana; y se siguieron sucediendo las “Apariciones” pero sin cronología previsible.
Preferentemente tenían lugar los sábados y domingos y en días de celebración mariana.
Fueron bastante abundantes durante los años 84-85 y más espaciadas durante los años 86-87.