La primera Aparición fue el 2 de Febrero de 1594.
Se le aparece por primera vez La Virgen a la joven Abadesa.
Mientras la joven abadesa oraba oyó una voz celestial que la llamaba por su nombre y vio frente a Ella a Nuestra Señora que traía al Niño Jesús en su brazo izquierdo, y un báculo de oro en el brazo derecho.
La Segunda Aparición fue el 16 de Enero de 1599
La Santísima Virgen le dio a conocer diversos hechos futuros.
Al despedirse, Nuestra Señora le manifestó a Mariana:
“Es voluntad de mi Hijo Santísimo que tú misma mandes realizar una estatua, que sea tal como me estás viendo y la coloques encima de La Silla de La Prelada, para desde allí poder gobernar mi Monasterio; para que entiendan los mortales que yo soy poderosa para aplacar la Justicia Divina, alcanzar piedad y perdón a toda alma pecadora que acuda a mí con corazón contrito; porque soy la Madre de Misericordia y en mí no hay sino bondad y amor.”
El 5 de Febrero de 1610 se pudo contratar al escultor que había sido designado por voluntad de Nuestra Señora; Don Francisco de La Cruz del Castillo; español de noble linaje que vivía en Quito con su esposa y sus tres hijos.
Recibió este encargo como un “Regalo del Cielo”. Casi un año después anunció que la estatua estaba ya prácticamente terminada, solo faltaban los últimos retoques.
En la mañana de del 21 de Enero de 1610, la Madre Mariana se vio favorecida por la aparición de los Arcángeles San Miguel, San Gabriel y San Rafael. Entonces apareció la Virgen y le predijo entre otras cosas:
“Te hago saber que a partir del final del siglo XIX y poco después de mediados del siglo XX, en lo que hoy es la Colonia, luego será la República del Ecuador, las pasiones estallarán y habrá una corrupción de las costumbres (morales) ya que satanás reinará casi por completo por medio de las sectas masónicas.”
“Va a ser difícil recibir el Sacramento del Bautismo y también el de la Confirmación”
“A menudo, durante esta época, los enemigos de Jesucristo, instigados por el diablo, robarán hostias consagradas de las iglesias, para que puedan profanar las especies eucarísticas.”
La tercera Aparición fue el 2 de Febrero de 1610
Nuestra Señora se apareció de nuevo y repitió su demanda de tener una estatua. Luego Añadió:
“Dile al Obispo que es la voluntad mía y la de mi Hijo que su Nombre se oculte a toda costa…porque no es apropiado para cualquier persona en el momento presente conocer los detalles o el origen de cómo esta Estatua vino a realizarse.»
Este conocimiento solo vendrá para el público en general en el Siglo XX.
La cuarta Aparición fue el 2 de Febrero de 1634. (Fiesta de La Purificación)
Fue una de las Apariciones más importantes.
La Virgen anuncia que serán proclamados como Dogmas de Fe La Inmaculada Concepción, Y La Asunción. Y el mismo Jesús dice a La Religiosa:
“Malditos mil veces sean los herejes y sus secuaces, que ponen en duda los misterios concernientes a mí y a mi Madre.”
La Madre Mariana de Jesús se puso gravemente enferma a finales de 1634.
Pasó unas semanas de intensos dolores en los que mantuvo siempre la paz de Espíritu y la alegría interior y exterior.
8 de Diciembre de 1634 fue la última Aparición
La Santísima Virgen, acompañada por los tres arcángeles que habían tallado su imagen, reiteró para quién iban dirigidos la mayor parte de sus mensajes.
En el siglo XX, la devoción a Nuestra Señora del Buen Suceso, hará prodigios en lo espiritual, así como en la esfera temporal. Porque es la voluntad de Dios reservar esta Advocación y el conocimiento de tu vida para ese siglo, cuando la corrupción de las costumbres será casi general y la preciosa luz de la fe casi se haya extinguido.
En la madrugada del 16 de Enero de 1635 la Madre Mariana falleció.
El obispo Pedro de Oviedo que gobernó la diócesis desde 1630 hasta 1646 autorizó la Devoción a Nuestra Señora del Buen Suceso.
El 8 de Agosto de 1986, ochenta años después, el cuerpo de la Madre Mariana fue encontrado incorrupto y se abrió el proceso de beatificación.