Fue una única aparición de Nuestra Señora de Pontmain , el 17 de Enero de 1871.
El padre Guerín era el párroco del pueblo y, dada la situación en que se encontraban pidió a los niños de la parroquia que oraran a La Virgen de Pontmain pidiendo su protección. Entre estos niños había dos hermanos que eran muy piadosos.
Esa misma noche, uno de ellos, Eugenio Barbadette, de 12 años de edad, salía del establo de su familia cuando vio en el cielo una hermosa Señora. Llevaba un vestido azul oscuro con estrellas doradas, un velo negro y una corona de oro. Sus brazos extendidos recordaban mucho a la advocación de la Virgen de la Medalla Milagrosa pero no le salían rayos. Eugenio se quedó mirándola un buen rato y cuando su padre y su hermano salieron del establo les dijo: ¡Miren allí! Encima de la casa! Qué ven?
Su hermano José, de 10 años, veía exactamente lo mismo que su hermano Eugenio, pero su padre no veía nada.
Cuando salió la madre de ambos del establo, dijo que seguramente sería la Virgen María y propuso rezar cinco padrenuestros y cinco avemarías en su honor.
Más tarde, la señora Barbadette fue a avisar a unas conocidas suyas religiosas, para ver si la veían, pero no la vieron. Entonces la hermana Vitaline le pidió a un vecino suyo que dejara salir a sus dos hijas para ver si la veían, Françoise Richer, de 11 años y Jean Marie Lebosse de 9 años, y las dos hicieron la misma descripción de La Virgen que Eugenio y José.
Más tarde, otra religiosa, la Hermana Marie Edouard, al escuchar lo que decían las niñas, fue a buscar al padre Guerín y a otro niño, Eugenio Friteau, de 6 años y medio. Éste también vio a La Virgen, para entonces estaban reunidas allí unas 50 personas.
Agustín Boitin, un niño de sólo 25 meses quiso alcanzar la Virgen y dijo ¡El Jesús! ¡El Jesús!
Solo estos seis niños pudieron ver a la Virgen.