Un día de Mayo de 1664, Benita que trabajaba de pastora para unos campesinos vecinos, mientras rezaba el rosario ve a una hermosa Señora sobre el peñasco que lleva de la mano a un niño de belleza singular. Benita le pregunta lo que estaba haciendo allí y si quería comer con ella; también le dice a la Señora que tiene algo de pan bueno y que lo podría remojar en la fuente.
La Señora sonríe pero no dice nada.
Durante cuatro meses, la Señora se muestra todos los días, conversando con gran familiaridad con la joven, educándola para su futura misión. Benita cuenta sus visiones a la dueña del rebaño, quien en un principio no la cree pero que una mañana la sigue en secreto hasta el valle de Fours. Una vez allí, no consigue ver a la Señora, pero oye las palabras que ésta dirige a Benoîte.
La Virgen de Laus le dice a Benoîte que le advierta a su dueña de que tiene una mancha en la conciencia, y que tiene que hacer penitencia. Muy afectada por esto, la dueña de Benoîte vuelve a frecuentar los sacramentos y vive el resto de su vida muy cristianamente.
El 29 de Agosto, Benoîte le pregunta a la visitante cómo se llama, y ella le responde: “Mi nombre es María”.
Pero al mismo tiempo, la Virgen de Laus le anuncia a Benoîte que las apariciones de la virgen en francia van a cesar durante un tiempo indeterminado. De hecho pasa un mes sin ver a la “Bella Dama”, y esto le sirve para purificar su alma. Por fin, una mañana, a finales de Septiembre, la pastora vuelve a ver a María. Ésta se le aparece de nuevo a Benoîte en Pindreau, un pequeño promontorio, y le cita al día siguiente, en el cercano caserío de Laus.
Con la aparición de la Virgen de Laus le anuncia a Benoîte que a partir de ahora, si la quiere ver tendrá que ir a la aldea de Virgen de Laus, a la capilla que se encuentra en este lugar, y le indica el camino que debe seguir.
“Ve a Laus, le dice la Virgen, y allí encontrarás una capilla de que exhalarán suaves perfumes”
Al día siguiente, Benoîte se dirige a la aldea de Laus y llega a la pequeña capilla.
Al entrar ve a la Virgen, la cual le felicita por haber llegado sin dificultad, pero Benoîte se sorprende al ver la pobreza del lugar y propone cortar su delantal en dos para poner un mantel a sus pies. A partir del Otoño, María visita a Benoîte en la capilla de Laus frente a Saint Étienne. Le pide a la pastorcilla construir una iglesia y una casa para los sacerdotes.
Los peregrinos acuden a Laus a partir de 1665. Benoîte se pone a su servicio, les acoge, ruega por ellos, y con la ayuda de su “don de conocimiento” del estado de las conciencias, les ayuda a preparar una buena confesión. De este modo, llega a ser un instrumento de la misericordia divina y Laus se convierte en un centro espiritual en el que se multiplican las curaciones y conversiones.
A menudo su origen está en una unción con el aceite de Laus; la Virgen de Laus pidió a Benoîte que instruyera a los peregrinos para que se hicieran con fe una unción con el aceite de la lámpara del Sagrario.
Laus es también un lugar adecuado para la reconciliación, donde se reciben gracias particulares dentro del sacramento del perdón. Para determinados peregrinos, la santidad del lugar se vive también a través del don de los “perfumes”, signo inequívoco de la presencia de la Virgen de Laus.
Durante 54 años, la Virgen María se aparecerá a Benoîte para sostenerla en su misión y continuar su formación. Es decir podían ver a Nuestra Señora de Laus.