Las apariciones empiezan el día 18 de Junio de 1968, cuando Jesús José Cabrera tiene solo 10 años. Aquel día la Santísima Virgen María le dice a Jesús:
No sabéis hijos míos que cada falta que cometéis es una espina que se clava en el Corazón de Jesús?; Si por el contrario, teniendo ocasión, no cometéis la falta, es una espina que le sacáis a nuestro Señor.
Quiero que se rece todos los días el Rosario por la conversión de los pecadores y la paz en el mundo. Si así lo hacéis, pronto disfrutaréis de mi Reino. Mi Reino no es de la tierra, como vosotros creéis. Mi Reino es el Cielo.
Cuatro días después, la Virgen de Onuva le dice que estará un tiempo sin verla:
“No me veréis hasta que pase algún tiempo, así lo quiere Dios. Esperanza y Fe es lo principal. Os bendigo”
Y efectivamente así fue, el niño no volverá a ver a la Madre de Dios hasta al cabo de un año. Desde 1968 hasta 1976 (año de la última aparición), Jesús José ve la La Virgen en contadas ocasiones. En esto difiere bastante de otras mariofanías del Siglo XX.
No obstante, la mayoría de mensajes que recibirá durante este tiempo, insistirán en los temas que ya conocemos de otros lugares, con la misma fuerza, con idéntica urgencia. Especialmente en lo que se refiere al llamado a La Oración, La Conversión y La Penitencia.
Sin embargo hay un elemento que lo distingue de otras apariciones: La llamada a la “reparación” y al “desagravio”. Así como a la Consagración a los Sacratísimos Corazones de Jesús y María.
Como a otros videntes, La Virgen le anuncia a Jesús José persecución y sufrimientos.
“Te verás solo”, “Onuva será atacada y perseguida”
y le revela un secreto que no podrá revelar más que al Santo Padre. Por eso, Jesús José, acompañado por el Padre Luis, dominico, le entregó personalmente al Papa San Juan Pablo II, un sobre que contenía el secreto, y un ladrillo, como símbolo de un Santuario que se iba a construir allí, en Onuva, el lugar de las Apariciones, tal como se lo había pedido la Virgen.
El jueves 18 de Mayo de 1972, Nuestra Señora de las Gracias Onuva le dice:
“Yo soy La Inmaculada Concepción, derramadora de las gracias divinas, Reina Universal del Cielo y de la tierra, madre del Corazón Traspasado y Reina del Santo Rosario.”
Y el 15 de Septiembre de 1974, Nuestra Señora de las Gracias Onuva le dice:
“Yo soy María, tu Madre. María, derramadora de las Gracias Divinas. Sé que estás sufriendo pero acepta la voluntad de Dios. Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. He escogido este lugar para que edifiques una Capilla. Quiero convertir esta tierra en un lugar reparador a tantas y tantas ofensas que recibe el bondadoso Corazón de Jesús. Prometo bendecir a cuantos vengan a esta Tierra con humildad, a postrarse ante mis plantas, porque he ido a muchos lugares de La Tierra y no me han hecho caso de mis palabras, porque en estos momentos difíciles de La Iglesia Onuva, a mis discípulos solo les pido oración, oración. Este es el Plan de Dios.
Dos meses después, el 7 de Noviembre de 1974, Jesús José tiene una visión del Calvario. Cristo está clavado en la Cruz con el Corazón fuera del pecho. Del mundo, a Sus Pies, parte una lluvia de espinas que se clavan en su Sacrantísimo Corazón, hiriéndolo.
A su lado, bajo la cruz, la Santísima Virgen María, en cuyo Corazón Inmaculado hay una Cruz con un fuego ardiente en su base y una corona de rosas que lo circunda. La misma lluvia de espinas que hiere el Corazón de Cristo se clava en el Corazón de La Madre.
En medio de esta visión, las palabras de Jesús:
“Es muy grande la misericordia infinita de mi Corazón, pero también son muchas las ingratitudes de los hombres”.
Aquel mismo año, el 8 de Diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción, la Virgen de Onuva insiste:
“Quiero que extiendas por el Mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Que todos los hombres de la Tierra se consagren al Corazón de Cristo, nuestro Señor amado. Que esta tierra la convirtáis en lugar de reparación a tantas y tantas ofensas que recibe el Corazón Sacratísimo de Jesús y mi Inmaculado Corazón. Yo soy la Inmaculada Concepción, madre del Corazón Dolorido. No dejéis de ir a la Eucaristía y de oír Misa, pues es la oración más grata al Señor. Rezad, rezad todos los días el Rosario por mi triunfo, en este Sagrado Lugar y en reparación a tantas ofensas que recibe mi Corazón. Aquí os espero, hijos míos, os prometo aliviar todas vuestras tribulaciones. Hijo, que tu consuelo sea el Corazón de Cristo y recuerda siempre que, amándole a Él, entenderás los misterios de Dios. No te olvides que te espero y que el camino es largo y espinoso, pero con la ayuda de Jesús vencerás todos los obstáculos”
El miércoles 5 de Febrero de 1975, la Nuestra Señora de las Gracias Onuva le confirma su pedido de reparación y expiación:
“Quiero que convirtáis esta Tierra, bendecida por mi Aparición, en tierra de reparación y desagravio a mi Inmaculado Corazón y al Sagrado Corazón de Jesús”
Finalmente, en 1976, el Señor pide que los pueblos se consagren a su Sagrado Corazón:
“Queridos Hijos: Vengo a hablaros de mi gran Amor y Misericordia hacia todos. Vengo a pedir la consagración del Mundo a mi Sagrado Corazón”
Vuelvo a repetir:
“Quiero que todos los pueblos del mundo se consagren a mi Sagrado Corazón. Estáis en los últimos tiempos. El brazo de mi Padre pesa mucho. Solo esta consagración le dará fuerzas a mi Madre para seguir deteniendo la “Divina Justicia”